LA VOZ DEL HULP
Querido Javier:.
Me
comentan desde el Instituto, en Detroit (Michigan) que ni siquiera te
has dignado a ponerte en contacto con nosotros en relación con el curso
de Autodesarrollo que tan desinteresadamente te ofrecí la semana pasada.
Pasa con frecuencia, quien más lo necesita es quien menos lo demanda.
Ya sabes que la ceguera no afecta solo al sentido de la vista, sino
también al sentidocomún. Aunque suele ocurrir, no por ello dejas de decepcionarme..
Terminaba
mi última carta preguntándote si nos estabas llamando a la
desobediencia civil y veo que, al final, a lo que has llamado es a una nueva huelga sanitaria a
partir del 7 de mayo. Javier, si lo que pretendes es resolver el
conflicto sanitario ¿no deberías ser menos provocador? Fíjate, te
refieres a los ciudadanos y tus profesionales sanitarios que se
manifiestan en la Marea Blanca como “los de las barricadas y las
movilizaciones…”. Puede ser que ya te conozcan a ti y a tu lenguaje
propagandístico, pero no cometas el error de creer que son imbéciles.
Por mucho que pretendas asociar el término “barricadas” a resistencia
violenta, te equivocas con ellos. Obviamente, la posición de un segmento
muy importante de la sociedad madrileña, entre los que se encuentran
muchos votantes de tu partido, es de abierta resistencia a la agresión a
valores centrales que supone tu intento de privatización. Se
resisten. Y hacen bien. Y ponen “barricadas” a tu falta de escucha
indignante por medio de la palabra, la reflexión, el debate, las
marchas, las urnas, la imaginación…¿También
te parece una barricada la representación del fusilamiento de la
Sanidad Pública el próximo dos de mayo en el Museo del Prado? A mí me parece un magnífico ejemplo de Sociedad Civil…¡Benditas barricadas!.
En el fondo es que ni te acercas a entender lo que es un profesional sanitario.
En la actualidad, un profesional sanitario moderno, de los tuyos, posee
cuanto menos una identidad compleja que tiene, como poco, cuatro
dimensiones y de cada una de las cuales se derivan exigencias éticas. En
primer lugar, contiene una dimensión profesional de compromiso individual con
sus pacientes concretos, vamos lo de toda la vida, el sentido último de
la profesión. En segundo lugar, de forma más reciente, la dimensión de trabajador, con sus derechos laborales. En tercer lugar, un compromiso profesional social con
la protección de la salud colectiva y la eliminación de las
desigualdades en salud. A tus profesionales les importa que haya un
acceso adecuado y justo al sistema, una perspectiva familiar y
comunitaria en la atención primaria, etc., etc. Y, por último, -y esto a
ti se te escapa y te sorprende enormemente- tiene obligaciones como ciudadano en la defensa de una sociedad justa y democrática. Ser un buen profesional sanitario implica hoy en día mantener una adecuada tensión ética en esas cuatro identidades...
Si
repasas la historia, como hubiéramos hecho en el primer módulo del
curso, revisando el pasado, te darías cuenta que el fenómeno de la
huelga sanitaria -la huelga médica, más concretamente- es un fenómeno
reciente, de a partir de la segunda mitad del siglo pasado. Fíjate qué
paradojas… Una de las primeras huelgas médicas de las que tenemos
noticia se produjo por la resistencia de los médicos a la expansión del
Estado de Bienestar mediante la creación de servicios sanitarios
públicos con la implantación de un seguro médico universal. Los médicos
defendían los clásicos modelos privados de ejercicio profesional
liberal. Esto ocurrió en 1962, en la provincia canadiense de
Saskatchewan. Aquellos médicos pensaban que el proyecto amenazaba su
identidad más clásica, la del contrato moral -y legal- privado del médico con un paciente individual en
orden a proteger y cuidar su salud. Vamos que, de haber sido tú médico
en el Canadá de los sesenta, te veía portando la pancarta.
Afortunadamente fracasaron en su intento y el modelo de cobertura
pública (para todos) y el modelo privado (para quien quisiera y pudiera
pagárselo) pudieron coexistir atendiendo a ese paciente individual, lo
mismo que ocurrió en la Europa de después de la II Guerra Mundial,
cuando iban emergiendo los Estados de Bienestar. Ahora bien, con ello,
se abrió la puerta a otra de las identidades comentadas, la del médico
como trabajador asalariado. En España, a pesar de las dificultades de la
época, la dictadura del general Franco, los médicos fueron punta de
lanza contra el régimen. Esos barbudos sentados en las escaleras de tu
querido HULP, eran médicos en formación del recién estrenado MIR y se
pusieron en huelga reclamando su derecho a recibir una mejor formación.
Eran tiempos difíciles, pues las protestas se reprimían con dureza, pero
decidieron reivindicar sus derechos mediante una huelga (la de la
foto). Y consiguieron lo que reclamaban. Por cierto, esta fue una huelga
muy bien valorada por el resto de ciudadanos, que veía en ellos un
ejemplo de Sociedad Civil..
Vinieron
después unos años de cierta tranquilidad, pero la cosa se complicó a
partir de la crisis del petróleo de 1973 y de la aparición de Ronald
Reagan en mi country y tu adorada Maggy Thatcher en el
entorno europeo. Los profesionales sanitarios, ya muy laboralizados,
empezaron a ir a la huelga en países de la Commonwealth bajo la órbita
del thatcherismo (Reino Unido, Nueva Zelanda, Sudáfrica…) o en
países afines como Israel. Las reivindicaciones eran básicamente
laborales: salarios, despidos, carga de trabajo y horario laboral. En
España a donde, según me cuentan mis amigos todo llegaba con 10 años de
diferencia, le correspondió la huelga de médicos del INSALUD de mayo de
1995. Esta huelga, no secundada por la enfermería, fue liderada por la
Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) con el apoyo de la
Organización Médica Colegial. Esta huelga estaba planteada desde la
segunda dimensión, la del médico como trabajador, de ahí el liderazgo sindical..
También
conviene saber que en España, durante el último medio siglo y a partir
de la construcción del sistema sanitario público, de la implantación de
la Atención Primaria y Comunitaria, de la formación MIR y de otras
variables que no da tiempo a contar, se ha ido produciendo una cierta
transformación del perfil profesional clásico en uno nuevo, añadiendo a
la idea del contrato moral individual médico-paciente, la dimensión
social, la del contrato moral colectivo con la sociedad en orden a
la protección de la salud de la población y la justicia sanitaria. En
estos últimos 20 años de relativapax sanitaria en los países
avanzados, esta tercera identidad se ha ido incorporando a la mentalidad
de muchos profesionales. Sobre este sustrato de concienciación social,
con la nueva crisis económica y crisis política de fondo que la
sustenta, tus médicos -y otros profesionales sanitarios-deciden recurrir
a su derecho de huelga. Aunque siguen atentos a sus legítimos intereses
laboralessus reivindicaciones no provienen tanto de su identidad como trabajadores sino de la necesidad de defender un sistema sanitario público de calidad. A
ver, Javier, los profesionales sanitarios son muy conscientes que el
actual sistema ha planteado pocos incentivos para fomentar la
eficiencia, que ha habido y hay mucha burocratización en las
organizaciones, que la competencia entre proveedores ha sido muy escasa…
y otras muchas cosas. Pero precisamente por eso os han elegido, para
atajar esas limitaciones a través de una gestión eficiente de la sanidad
pública, y no para hacer encargos de gestión a tus amigos o a los de tu
partido y delegar funciones en entidades privadas con ánimo del lucro. Para
que te des cuenta de cómo son las cosas, fíjate que las supuestas
prebendas laborales que presentaste con los pliegos no han servido para
dividirles ni enfrentarles y no han desactivado el conflicto. No te has
enterado, Javier, esta vez el objetivo fundamental no es el bolsillo...
La última identidad
de los profesionales sanitarios, la cuarta, integra la dimensión
profesional comprometida no sólo con los pacientes individuales de su
Servicio o de su Centro, sino con la sociedad en su conjunto, para convertirse en identidad ciudadana, vinculada
a la defensa general de los derechos, las libertades, la justicia y la
misma democracia. Se trata de una identidad con fuertes bases en la
ética civil y con un perfil de compromiso político -¡que no
partidista!-, en la onda de los movimientos sociales que se han generado
en muchos países y a muchos niveles para hacer frente a esta crisis tan
obscena y despiadada. De ahí el peso, en esta nueva huelga médica y
quizás sanitaria, de las organizaciones profesionales, con el apoyo de
otras muchas Mareas o movimientos de otros ámbitos...
Tu
sorpresa, amigo Javier, no obstante, viene por el carácter ciudadano de
la protesta. A tus ciudadanos no les gusta la ausencia de diálogo, las
posiciones rígidas, la falta de transparencia, la puerta giratoria, el
engaño político –tu Plan no estaba en tu programa electoral-, el
conflicto de intereses no reconocido ni éticamente gestionado, … Han nacido en la democracia y no les sirve el “ordeno y mando” ni la consideración de disminuidos morales. Pues sí, Javier, quizás tengas razón, no les queda más remedio que ir “a las barricadas…”..
Piensa que una huelga es éticamente aceptable si
defiende una causa justa, si ha agotado otros medios de resolución del
conflicto, planteándose como último recurso y si como rezan los clásicos
está declarada por la autoridad competente. En sentido estricto, en las
sociedades occidentales formalmente democráticas, no es una cuestión de
desobediencia civil. La huelga que te plantean tus profesionales es
éticamente correcta y además responde a su identidad profesional, pues
quiere no poner en riesgo la salud y la vida de las personas (al pactar
unos servicios mínimos asistenciales que impidan riesgos significativos
para las personas), defiende unos derechos laborales legítimos, promueve
una sanidad equitativa y de calidad y exige la defensa y promoción de
determinados derechos y libertades, en un marco democrático..
¿No
te llama la atención que la “huelga justa” deba cumplir los mismos
requisitos que “la guerra justa”. ¿Será por eso que nos sitúas en “la
barricada”? En fin, Javier…
Rosa, tu “Ángel de la Guardia” que te sigue apreciando a pesar del trabajo que le das.
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