Hay dos mensajes de la prensa que me sacan de mis casillas
El primero es el dato que enfatiza a las mujeres como "víctimas de primera clase": en un atentado, de los muertos, tantos eran mujeres. En las pateras, de los inmigrantes rescatados tantos son mujeres. ¿Tiene un plus el muerto hembra? ¿Es algo significativo ser inmigrante hembra? Entiendo que se especifiquen las víctimas en niños y quizá embarazadas (por ser dos vidas las que se ponen en juego) pero ¿qué diferencia hay entre que un terrorista me mate a mí, Beatriz, o a mi hermano Javier? No llegaré a entenderlo, nunca. La frasecita "las mujeres y los niños primero" creo que debería haberse hundido con el Titanic.
La segunda nota informativa que me saca de mis casillas es que hasta la propia Reina de España diga que en este país se muere mal porque no hay Unidades de Cuidados Paliativos para todos. Lo dice y se queda tan conforme. Y al decirlo, además de generar alarma y caos en los ciudadanos, ningunea (de nuevo, una más) a los médicos de familia, especialistas en personas sanas, enfermas y moribundas. Auténticos médicos compasivistas, estamos y estaremos siempre ahí, "en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe" (Por cierto que de la mal entendida compasión hablaremos también otro día).
Ni hay Unidades superespecializadas en cuidados paliativos para todos ni tiene que haberlas.Lo que tiene que promoverse, de una vez por todas, no es (de nuevo, una más) la superespecialización de la muerte (que andamos también medicalizando) sino una transversalización de los cuidados paliativos para que TODOS, TODOS, TODOS los médicos y profesionales sanitarios sepan cómo enfrentarse a la muerte y no le den la espalda refugiados en la superespecialización.
Yo creo que los médicos de familia sabemos, podemos y queremos estar ahí. De hecho, estamos, aunque (de nuevo, una más) se nos ningunee y nadie se acuerde de que nosotros, en general, somos los que estamos más cerca y más enterados de lo que le va pasando a las personas cuando les sale "la hoja roja" en el calendario.
Así que, si pudiera ser, no estaría mal desdramatizar el hecho de que no haya tantos especialistas en la muerte (y tiene que haberlos, claro está, para los casos más complejos). Y dramatizar el hecho de que la mayoría de los médicos, amparados en esa especilaización, le siga dando la espalda a la muerte y al dolor.
Pero del manejo del dolor mejor hablamos otro día.
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