Aunque el artículo tiene ya cinco años a sus espaldas y a pesar del ámbito en que se plantea, lanza una pregunta de tremenda actualidad:
¿es la fraternidad un valor
olvidado en bioética?
La Rocca S, Mainetti MM,
Issel JP. Libertad, igualdad ¿y fraternidad? en el paradigma de la bioética latinoamericana. El aporte de la ética dialógica y de la ética de laliberación. Revista El Ágora USB. 2010;10(2):483-94
La tesis inicial del artículo es que el desarrollo de la
Bioética que hoy conocemos se realiza en el ámbito occidental desarrollado y
bajo el paradigma de la autonomía kantiana, una autonomía individualista basada
en la conciencia del sujeto moral. En un marco socialmente diferente como es el
latinoamericano, los autores echan de menos la dimensión social de la bioética,
y acuden a la filosofía dialógica de Karl O. Appel, en la que el sujeto
adquiere consistencia en la medida en que pertenece a una comunidad de personas
con capacidad de argumentación, y cuya autonomía cobra sentido, por tanto, si
es comunicativa, es decir, si logra argumentar la decisión tomada teniendo en
cuenta los múltiples intereses que puedan existir en esa comunidad. Se alude,
además, a la necesidad de contar con un proceso dialógico igualitario, que proporcione
a los diferentes individuos afectados la misma capacidad para intervenir en el
diálogo, y de no olvidar en ningún caso la perspectiva de los más débiles, en
consonancia con lo aportado por la filosofía de la liberación (Dussell).
Lo que se está planteando es si existe un
individuo consistente al margen de la realidad social, si la autonomía puede
vivirse como una capacidad en la que el individuo decide, de forma solipsista
(vitalmente aislado), lo que más le interesa y si la comunidad tiene como
único papel asistir pasiva y respetuosamente a dicha toma de decisiones. O si,
por el contrario, el individuo ha de reconocer su sustrato social (y, por
tanto, no-individual, sino personal, en relación) y proceder a una toma de
decisiones que, de forma dialógica directa o virtual, tenga en cuenta los
posibles intereses del resto de miembros de la comunidad en su propia toma de
decisiones. Porque no sólo el individuo que toma la decisión se construye a sí
mismo, también influye y construye, con sus decisiones, al conjunto de la
sociedad de la que forma parte.
Estamos ante una invitación clara a un tipo de
reflexión bastante diferente a la que estamos acostumbrados a realizar en torno
al tema de la autonomía, desde una perspectiva que cuestiona la concepción
liberal de la vida extendida por doquier en el ámbito occidental, tanto a
diestro como a siniestro del espectro político e ideológico; constituye, por
tanto, una interpelación para todos.
¿Podemos concebir una autonomía absolutamente
individual, o debemos más bien aceptar la raigambre y contextualización social
de cualquier ejercicio que podamos hacer de nuestra autonomía?
Una gran
pregunta, que requiere grandes respuestas que eviten los riesgos tanto del
solipsismo individual como de la represión / presión social y comunitaria que
tantos problemas ha generado al desarrollo de las personas a lo largo de la
historia.
Miguel Angel García Pérez