Los miembros del Seminario/Satélite de Innovación en Atención Primaria, Bilbao, sobre “Pacientes que lloran y otra consultas sagradas” ha elaborado un necesario dodecálogo para la personalización del paciente en el sistema sanitario. Las autoras directas son Amaia Zabalo (médica de familia, Navarra) y María José Fernández de Sanmamed (médica de familia, Barcelona), con participación de otros miembros del seminario
DODECÁLOGO PARA LA
PERSONALIZACIÓN DEL PACIENTE
EN EL SISTEMA SANITARIO
1. Mírame a los ojos. Acércate
cortesmente. Tócame, tu contacto es importante para mí, dame la mano al
entrar…al salir… Sé curios@ e interésate por mí, soy una persona que piensa,
siente y actúa. Necesito que me acompañes, y saber de mí facilitará que lo hagas.
Tengo una cultura con unos valores y expectativas vitales que vale la pena
explorar, tanto como mi cuerpo. Pregúntame por mis circunstancias, mis
intereses, mi familia y mi entorno. Trata de percibir mi sentir y solidarizarte
profundamente con él. Mi historia es única, todos somos distintos, en la
alegría y en el sufrimiento, por favor, no lo olvides.
2. No soy un número, una cama, un órgano o
un diagnóstico aislado. No soy “príncipe/princesa“, ni “guapo/guapa” ni “corazón“.
Soy persona, no una cosa, ni siquiera anestesiada.
3. No des por hecho vínculos ni expulses
de forma sistemática a mi acompañante de la habitación o consulta. Al igual que
puede perturbar nuestra relación, puede llegar a ser un aliado terapéutico y
apoyo imprescindible a la hora de enfrentar mi enfermar. Soy persona, soy
familia y soy comunidad.
A veces me siento débil y
necesito que me acompañen, te lo haré saber. Otras, preferiré que mi familia no
se entere de “esto” por el momento.
Escúchame. Comprende mi
sufrimiento y no lo desprecies con un “Se te ve muy bien” “todo pasa”.
4. Observa, porque es terapéutico: mis
silencios, mis gestos, las palabras que elijo… estoy creando mi relato vital.
Aprende mi música para que nuestra danza siga mi ritmo. Creemos un espacio
seguro en el que puedan fluir mi emociones.
Ayúdame a clarificar, a
encontrar los recursos propios y ajenos. Conóceme a fondo para ofertarme
alternativas terapéuticas.
5. Explícame lo que me pasa, los pasos de
la exploración y los resultados de las pruebas adaptando tu lenguaje al mío y
respetando mi lenguaje simbólico. Necesito entenderlo todo, es difícil seguir
la jerga médica. No te enfades ni te irrites si no he comprendido bien.
Entiende que quizás no oigo bien. Ten paciencia con mi lentitud, a veces me cuesta
moverme. Necesito tiempo para asimilar todo y poderlo explicar a mis familiares
y amigos.
6. Necesito que entiendas, aceptes y
toleres mi querer o no querer saber. Tengo un ritmo propio. Conócelo y adáptate
suavemente a él. Te pido saber hasta donde puedo, pero no te pido que me
mientas.
7. Entiende que mi voluntad tiene
prioridad sobre la tuya y ayúdame con tu ciencia a tomar mis decisiones.
Considéralas. Respétalas aunque no las compartas, por favor. Todo forma parte
de mi proyecto personal. No seas de l@s que me abandonas por no ser una dócil y
ciega seguidora de tus prescripciones. No me conviertas, por ello, en indigna
de tu atención. Pregúntame si puedo seguir el tratamiento.
Cada cual tiene miedos distintos
y horrores que no quiere vivir en ningún caso. Por favor, pregunta cuáles son
en mi caso. Ayúdame a firmar consentimientos.
Ten presente mi mayor anhelo, “tu
lealtad conmigo”.
8. Procura no juzgarme por mi edad,
orientación sexual, etnia, lengua, procedencia, profesión, actividad comercial,
peso, nivel educativo, enfermedad, arreglo, olor, fealdad, consumo de drogas,
lugar que habito… y aunque yo te desagrade, despliega para mí todo tu talento y
habilidad terapéutica.
No caigas en la tentación de
culparme por mi enfermedad y hábitos de vida, es dañino e innecesario.
Aunque acepto sugerencias, no
cometas la torpeza de dictarme los afectos y pensamientos que debo tener.
9. Comparte un poco de tu vida conmigo. Si
estás content@ sonríeme. Tu sonrisa me ayuda, me relaja y aligera mi inquietud.
Si estás triste no te preocupes. Tu tristeza me dice que eres tan human@
necesitad@ como yo. Si estás enfadad@, desbordad@ y cansad@ se cuidados@, no me
uses como diana de tu violencia, podrías destruirme.
Necesito conocerte, muéstrame tus
dudas y limitaciones. Tus valores y principios. Si tienes algo en ti que hace
mucho ruido, y no puedes apartarlo en este tiempo de relación conmigo, hazme saber
de alguna manera que no soy yo quien lo causa.
10. Cuando te estorbo, cuando supongo una
sobrecarga para ti, ofértame más tiempo para poder decirte todas las cosas que
quiero contarte. Soy consciente de que necesitas paciencia conmigo y yo
necesito que la fabriques para mí.
A veces soy exigente sin darme
cuenta de que hay cosas que no tienen solución, ni médica ni de ningún tipo,
pero incluso así me puedes ayudar con tu simple escucha respetuosa.
Busca y alaba cualidades que
encuentres en mí, en mi familia y en mi comunidad.
11. Sé valiente con quienes te mandan y
defiende mi bienestar y el de mi familia. Olvida incentivos y guíate por la
ciencia y la conciencia.
Si tienes un aprendiz en la
consulta, preséntamelo y deja que sea yo quien decida si quiero que esté. ¡No
digamos si tiene que aprender técnicas que me harán daño o me expondrán a
vergüenza o afectarán a mi intimidad!
Acoge, busca, acepta la ayuda, el
conocimiento y la colaboración de otros profesionales. Soy yo, es mi familia,
que os necesitamos a todos.
12. Desearía que me tratases como te
gustaría que te tratasen a ti en una situación similar pero teniendo en cuenta
mis valores. Con tus conocimientos, aconséjame como si fueras yo mism@.