Son cosas de mujeres… Eduardo
Galeano
“Son
cosas de mujeres, se dice también. El racismo y el machismo beben de las mismas
fuentes y escupen palabras parecidas. Según Eugenio Raúl Zaffaroni, el texto
fundador del derecho penal es el “martillo de las brujas”, un manual de la
Inquisición escrito contra la mitad de la humanidad y publicado en 1546. Los
inquisidores dedicaron todo el manual, desde la primera hasta la última página
a justificar el castigo de la mujer y a demostrar su inferioridad biológica. Ya
las mujeres habían sido largamente maltratadas por la Biblia y por la mitología
griega, desde los tiempos en que la tonta de Eva hizo que Dios nos echara del
Paraíso y la atolondrada de Pandora destapó la caja que llenó al mundo de
desgracias. La cabeza de la mujer es el hombre, había explicado san Pablo a los
corintios, y diecinueve siglos después Gustave Le Bon, uno de los fundadores de
la psicología social, pudo comprobar que una mujer inteligente es tan rara como
un gorila de dos cabezas. Charles Darwin reconocía algunas virtudes femeninas,
como la intuición, pero eran virtudes “características de las razas
inferiores”.
Ya
desde los albores de la conquista de América, los homosexuales habían sido
acusados de traición a la condición masculina. El más imperdonable de los
agravios al Señor, quien, como su nombre lo indica, es macho, consistía en el
afeminamiento de esos indios “que para ser mujeres sólo les faltan tetas y
parir”.
En
nuestros días, se acusa a las lesbianas de traición a la condición femenina,
porque esas degeneradas no reproducen la mano de obra. La mujer, nacida para
fabricar hijos, desvestir borrachos o vestir santos, ha sido tradicionalmente
acusada, como los indios, como los negros, de estupidez congénita. Y ha sido
condenada, como ellos, a los suburbios de la historia. La historia oficial de
las Américas sólo hace un lugarcito a las fieles sombras de los próceres, a las
madres abnegadas y a las viudas sufrientes: la bandera, el bordado y el luto.
Rara vez se menciona a las mujeres europeas que protagonizaron la conquista de
América o a las mujeres criollas que empuñaron la espada en las guerras de la
independencia, aunque los historiadores machistas bien podrían, al menos,
aplaudirles las virtudes guerreras. Y mucho menos se habla de las indias y de
las negras que encabezaron algunas de las muchas rebeliones de la era colonial.
Esas son las invisibles; por milagro aparecen, muy de vez en cuando, escarbando
mucho.
No
hay tradición cultural que no justifique el monopolio masculino de las armas y
de la palabra, ni tradición popular que no perpetúe el desprestigio de la mujer
o que no la denuncie como peligro. Enseñan los proverbios, transmitidos por
herencia, que la mujer y la mentira nacieron el mismo día y que la palabra de
mujer no vale un alfiler, y en la mitología campesina latinoamericana son casi
siempre fantasmas de mujeres, en busca de venganza, las temibles ánimas, las
luces malas, que por las noches acechan a los caminantes. En la vigilia y en el
sueño, se delata el pánico masculino ante la posible invasión femenina de los
vedados territorios del placer y del poder, y así ha sido desde los siglos de
los siglos.
Por algo fueron las mujeres las
víctimas de las cacerías de brujas, y no sólo en los tiempos de la inquisición.
Endemoniadas: espasmos y aullidos, quizás orgasmos, y para colmo de escándalos,
orgasmos múltiples. Sólo la posesión de Satán podía explicar tanto fuego
prohibido, que por el fuego era castigado. Mandaba dios que fueran quemadas
vivas las pecadoras que ardían. La envidia y el pánico ante el placer femenino
no tenían nada de nuevo. Y en este mundo de hoy, hay ciento veinte millones de
mujeres mutiladas del clítoris.
No
hay mujer que no resulte sospechosa de mala conducta. Según los boleros, son
todas ingratas. Según los tangos, son todas putas (menos mamá).
Confirmaciones
del derecho de propiedad: el macho propietario comprueba a golpes su derecho de
propiedad sobre la hembra. (…) Vuela torcida la humanidad, pájaro de un ala
sola. “
Extracto
del libro “Patas arribas. La escuela del mundo al revés” de EDUARDO GALEANO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario