DEJAME QUE TE CUENTE

Narrar es guerrilla contra el olvido, ese que sin duda seremos. Solo la Medicina y las narraciones pueden tolerar la certeza de que ninguna historia humana acaba bien. Así que, mientras nos fingimos inmortales, pasa... y cuéntanos, disfruta escuchando las historias de los otros, que podrían ser las nuestras... porque el sufrimiento nos hace iguales, hasta llegar a Ítaca.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Trilogía para "moribundos"

Dice Iona Heaht en su imprescindible Ayudar a morir que.".. los médicos necesitan ayuda... la principal ayuda procede de los escritores en general y de los poetas en particular." Imprescindible también la crónica de Rosa Montero de esta pequeña joya que hay que leer y releer. Una bomba en racimo que nos lleva como una rayuela de una maravilla a otra, sin descanso.

Lo mismo afirma Anatole Broyard en su no menos imprescindible Ebrio de enfermedad: "No creo que haya ninguna razón por la cual los médicos no debieran leer un poco de poesía como parte de su formación. Morir o estar enfermo es en cierto modo poesía. Es un trastorno, una locura. En la crítica literaria se habla continuamente del trastorno sistemático y enloquecedor de los sentidos. Eso es lo que le ocurre al enfermo. Por eso me parece que los médicos podrían estudiar poesía para entender estas disociaciones, estos trastornos, y de ese modo abarcarían más ampliamente y más a fondo la situación del paciente".

Sherwin Nuland termina su magnífico Cómo morimos con una personal reflexión sobre la muerte que incluye una declaración de sus propias intenciones, una especie de planificación anticipada o instrucciones previas:“El día que yo padezca una enfermedad grave que requiera un tratamiento muy especializado, buscaré un médico experto. Pero no esperaré de él que comprenda mis valores, las esperanzas que abrigo para mí mismo y para los que amo, mi naturaleza espiritual o mi filosofía de la vida. No es para esto para lo que se ha formado y en lo que me puede ayudar. No es esto lo que anima sus cualidades intelectuales. Por estas razones no permitiré que sea el especialista el que decida cuándo abandonar. Yo elegiré mi propio camino o, por lo menos lo expondré con claridad de forma que, si yo no pudiera, se encarguen de tomar la decisión quienes mejor me conocen. Las condiciones de mi dolencia quizá no me permitan “morir bien” o con esa dignidad que buscamos con tanto optimismo, pero en lo que mí dependa, no moriré más tarde de lo necesario simplemente por la absurda razón de que un campeón de la medicina tecnológica no comprenda quién soy"


     


Así que podemos empezar por este poema de Wisława Szymborska


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